‘Bufé’ y ‘bufete’

Las palabras bufébufete se confunden a veces. Las dos proceden del francés buffet, pero han seguido caminos diferentes en castellano.

El sustantivo bufé se refiere a una comida en la que los alimentos se colocan todos desde el principio sobre una mesa para que cada cual se sirva lo que quiera. Es lo típico en desayunos de hotel y en ciertas reuniones sociales. Ese es el significado que encontramos en el siguiente ejemplo:

(1) Por la noche reunía las fuerzas suficientes para bajar al bufé libre y, si mis vísceras estaban en pleno motín, me beneficiaba de la sección de régimen vegetariano [Sabino Méndez: Corre, rocker].

Este nombre también acepta la grafía bufet, aunque es preferible la forma sin te final por varias razones. Para empezar, es más sencilla. Además, está más cercana a la pronunciación natural del español y a la del término original francés. Por último, y desde un punto de vista práctico, el decir y escribir bufé es una forma de mantenernos lo más alejados posible de bufete. Así evitaremos patinazos.

El sustantivo bufete, por su parte, se suele emplear para referirse al despacho en que trabajan uno o varios abogados, como en (2):

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(2) No quiero quedarme toda la vida de empleado en la industria farmacéutica y he decidido montar mi propio bufete de abogado [Jesús Cacho Cortés: Asalto al poder].

También puede designar un escritorio con cajones:

(3) Diego abrazó a su nieto y le besó en ambas mejillas con evidente dignidad y, luego, abriendo un cajón de su bufete, le ofreció un cucurucho de confites [Néstor Luján: Los espejos paralelos].

Como decíamos al principio, bufé y bufete proceden del nombre francés buffet, que significa ‘aparador’. A partir de la idea de mueble han surgido por metonimia las variantes españolas. El bufé es una comida que se dispone sobre un aparador. La nombramos por el mueble que tiene debajo. El bufete es el escritorio en el que trabaja un abogado. A partir de ahí solo hay un paso para referirse a la habitación por el mueble más importante que hay en ella.

Aunque el origen de bufé y bufete sea el mismo, estas dos palabras se han especializado en español. Por eso debemos mantenerlas perfectamente separadas cuando hablamos y escribimos: no mezclemos las cosas de comer con los menesteres jurídicos.