Hacer cosas con palabras

No sé si te habrás parado alguna vez a pensarlo, pero hay ciertos verbos que permiten realizar acciones tan solo con decirlos. Mira bien este ejemplo:

(1) […] te prometo que en el futuro vigilaré mucho mi comportamiento [foros.ciudad.com, acceso: 30-12-2009].

La expresión anterior no describe el mundo, no nos dice nada sobre ningún estado de cosas extralingüístico, sino que realiza la acción de prometer.

Este tipo de verbos se denomina verbos performativos y fue el filósofo J. L. Austin quien llamó la atención sobre ellos en su libro Cómo hacer cosas con palabras (How to do things with words).

En realidad, más que de verbos performativos debemos hablar de expresiones performativas, puesto que los verbos por sí solos carecen de esta fuerza realizativa. No la adquieren hasta que quedan insertos en una expresión que ha de cumplir ciertas condiciones, entre las que se cuenta la de enunciarse en presente. El ejemplo anterior, si lo reformulamos en pretérito, tan solo describe un hecho sucedido en el pasado:

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(2) Te prometí que en el futuro vigilaría mucho mi comportamiento.

Las expresiones performativas han de estar en primera persona, como en (1), o ser impersonales como en (3):

(3) […] queda usted absuelto de la acusación del robo del vehículo […] [Yoriento, 30-10-2008].

Estas expresiones son muy numerosas y nos servimos de ellas constantemente. Por ejemplo, ¿pasa algún día sin que pronuncies o escribas frases de este tipo?: Te prometo que…, Te advierto que…, Le doy las gracias por…, Admito que…

Algunas de ellas realizan actos socialmente institucionalizados. Todos sabemos la trascendencia que tenía en la sociedad tradicional el pronunciar las siguientes palabras:

(4) […] te desafío a todo trance de muerte [Miguel de Cervantes: La española inglesa].

Algunos de estos actos están incluso codificados legalmente, como este:

(5) DON FIDEL.- Yo os declaro marido y mujer [Manuel Martínez Mediero: Los Medieros].

El acto anterior únicamente se consuma cuando pronuncia esa fórmula quien está investido de autoridad para ello y solo si lo hace en el contexto ceremonial adecuado. O sea, que si yo les digo a dos amigos que los declaro marido y mujer, se quedan como estaban. Y si un cura en estado de enajenación mental se echa a la calle a soltarle la dichosa formulita a toda pareja que se le ponga por medio, tampoco los casa fulminantemente.

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Lo anterior viene bien para aclarar otra de las características de las expresiones performativas: no son ni verdaderas ni falsas, puesto que no describen nada. Simplemente pueden llegar a buen puerto o no. Los intentos de casar a traición del cura chiflado fracasarían, mientras que sí tendría éxito un juez en sus cabales en el contexto de una boda debidamente concertada.

Conviene explicar por último que en la lingüística española se ha asentado el anglicismo performativo, que no es sino una castellanización muy superficial de performative. Realizativo hubiera sido una traducción más certera (verbos realizativos, expresiones realizativas); pero por el motivo que sea no llegó a cuajar.

Y con esto declaro solemnemente concluida esta entrada.

1 comentario en “Hacer cosas con palabras”

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