Etimología de ‘mastín’

El mastín es un perro manso. Eso es, al menos, lo que nos revela la etimología.

El nombre lo tomamos prestado del francés allá por el siglo XIV. En aquella época todavía se decía mastin en su lengua de origen. Hoy, en cambio, la palabra ha quedado reducida a mâtin porque los franceses, al igual que los andaluces, tienden a perder las eses. Viene del latín mansuetus (‘manso’), aunque más exactamente hay que decir que está formado sobre la variante popular mansuetinus, que tenía exactamente el mismo significado.

Mansuetus es el participio del verbo mansuesco, que significa ‘amansar, domesticar’. Este verbo, a su vez, se formó a partir de manus (‘mano’) y suesco (‘acostumbrar’). O sea, un mastín es un perro manso, que es lo mismo que decir que es un animal que está acostumbrado a la mano de su amo.

Un mastín puede pesar fácilmente cien kilos. Menos mal que es manso.